3 abr 2010

A contraluz


Mirando sosiego al horizonte me encuentro a contraluz con un fino rostro, aquel que con susurros terminó callando mi vida y con certeza derribó mis tristezas. Avanzo temeroso por los pasillos entre la brecha que hay entre tú y una pared esperando algún día voltees a verme como te voltee a ver el día en que los vientos me cantaron al oído y me trajeron consigo el sedoso sentir de tu aroma. Viertes entre la incertidumbre y la razón de mi pensar una gota de esperanza que mezclada con tu mirada produce un impacto profundo en mi ser. Que de esos ojos esmeralda salen las miradas más profundas y me incitan a desear el choque que cause de mí caer de boca en tu boca. Día a día procuro sentir la vibra de tus labios al hablar mientras te veo paseando por ahí.  Camino por esa brecha mientras escucho del palpitar tu sentir y de tu sentir la más bella canción que jamás escucharé aunado al tambor de tu pecho que en el redoble de la alegría late más fuerte cuando ríes. Volteas a ver a tu lado mientras paso y tu mirada se cruza con mi ser, no sé qué hacer y me sigo perplejo ante la ignorancia que produce mi temor a que de mí te fijes. Contemplo el suelo mientras escucho tu silencio e impaciente te acercas a mí. Sostengo el aliento mientras tomas impulso a la palabra y contemplas este segundo en el que algo más iniciará. El tiempo se detiene y de tu rostro contemplo que no es necesaria la palabra para hacerte la más perfecta creación. Saludas con un hola y mis pies comienzan a temblar, mis latidos son fuertes y de mi voz un desastre natural. Apenas terminas la palabra y no sé qué pensar, dos hombres a la deriva del destino esperando uno por el otro, solos en el medio de la nada, se olvidan de la sociedad, se miran uno al otro y se aman. Te acercas y me preguntas si me conoces y con un susurro valiente lo niego, te veo a los ojos y sonríes mientras un choque frío me impulsa a seguir con mi camino. Me dices tu nombre, espero a la palabra, digo mi nombre y se me acaba el alma. Un halo de luz se posa detrás de ti y me doy cuenta que no hay más, que no hay un qué, somos dos individuos que se evitan las palabras y con sus miradas encuentran sus almas. Somos dos individuos parados frente al otro que no encuentran el tiempo, que sonríen uno al otro y se aman. Un momento cumbre en mi vida sucede, me tomas de la mano y esperas mi reacción, te miro a los ojos y mis mejillas se contraen mientras que las tuyas dejan ver aquellos hoyuelos que de niño odiaste remarcar. Vuelve el tiempo y me indicas dónde y cuándo te veré. No sé qué decir y tú lo entiendes. Te respondo con voz queda y espero con ansias que pase el tiempo. Sigo mi camino sin haberme dado cuenta que el momento en el que el sol y tu fino rostro se cruzaron, mi vida cambió y que de ti, aunque desconocido, innecesaria sería la razón por la cual podría amarte. Pues es aquí donde la razón se queda inmóvil y dos hombres se oponen a lo que en sus genes fue planteado, se observan uno al otro, no importa qué haya pasado, se toman de la mano y se aman.

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